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El lobo feroz en el Olimpo

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Podemos entender al dios Pan como un ancestro del lobo feroz de los cuentos de hadas, un ser que nos sobrecoge a las hembras porque intuimos el peligro que supone su descontrolado deseo sexual.

Es un ser monstruoso. La mitad superior de su cuerpo es la de un hombre rudo, la inferior la de un macho cabrío, con patas peludas y pezuñas afiladas. Pero lo  realmente impactante son sus tremendos órganos sexuales, gigantescamente obscenos e insaciables. Pan es un dios poco social, irascible, al que le molesta especialmente que le despierten de sus siestas, un ser antipático que, a diferencia de los otros dioses, no es eterno.

Comparte con los sátiros su afición a las ninfas, pero a él no le gusta andar en pandilla, le gusta estar solo, es un tipo rústico que pastorea ovejas y anda a su bola en el campo, toca la flauta y se toca espiando a las bellezas que rondan los prados del Olimpo.

Por supuesto, intenta copular con ellas -por las buenas o por las malas- pero sus aspiraciones se frustran porque le rehuyen, espantadas por esa descomunal libido. Pan, ciego de lujuria, no se conforma.

Cuando se encaprichó con la dulce Siringe, la persiguió hasta que ella, corriendo asustada a través de un pantano se perdió para siempre entre las cañas. El mismo protocolo de acción siguió con la voluptuosa Pitis, pero ésta, cuando iba a ser cazada, se convirtió en pino para librarse de las garras del violador.

Con la delicada Eco fue especialmente cruel. Cuando supo que ella había preferido a un sátiro antes que a él, se enfureció tanto, que envió a una tropa de pastores enloquecidos, que la golpearon hasta desmembrarla. De la pobre Eco sólo sobrevivió su lánguida voz.
Para cualquier ninfa supone un peligro que Pan la desee y ni una se le entrega por las buenas. Bueno, una vez tuvo suerte, consiguió seducir a Selene con melindres, engatusándola envuelto en el precioso vellón de una oveja, blanco como la nieve.
¡Mira que suavecito! ¿Lo quieres? Te lo regalo, acércate …
Selene se le acercó, él se la benefició, ella se quedó con el vellón y ahí se terminó la suerte amorosa de Pan, que un buen día la palmó.

¿Es posible que el hecho de que Pan sea el único dios del Olimpo no eterno signifique que este tipo de fulanos que cogen a las mujeres por la fuerza -y las aniquilan si no lo consiguen- esté en vías de extinción?


Importante no confundir al dios Pan con Príapo, otro también con genitales desmesurados, pero menos malvado.

…..

¿quieres escuchar este relato en viva voz?

Ananda lo interpreta:


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